Tener o no hijos, esa es la cuestión del siglo XXI. Hace mucho que los parámetros tradicionales en cuanto a encontrar pareja, casarse, crear una familia y vivir el cuento de hadas (que nadie ha vivido) de ser felices, pasó a ser completamente obsoleto. 

Más allá de los discursos progresistas, o las nuevas perspectivas en cuanto a libertades, Derechos Humanos y demás, esto también pasa a ser un síntoma de nuestro contexto ambiental. Es decir, más allá de nuestras convicciones y creencias, esta decisión ha pasado a ser un eje importante no únicamente para el futuro de nuestras vidas personales, sino para el futuro de nuestro propio planeta. 

Sin afán de recargar toda la responsabilidad del planeta en una sola persona, o al menos no de manera inquisidora, mejor exploremos la idea sobre las maternidades y paternidades sustentables. A lo largo de los siguiente capítulos nos propondremos a explorar sobre cómo nuestro contexto actual nos invita o no a tener hijos, o de qué manera podemos tomar una decisión así de importante y de forma responsable, tanto de manera personal como colectiva. Igualmente, hablaremos sobre los problemas de natalidad y reproductivos que han emergido en los últimos años y sobre las futuras generaciones y su futuro planeta. 

Mientras tanto, en una reflexión de corte  ersonal pero apuntada con datos duros; replanteemos esta pregunta desde un punto de vista más científico social que introspectivo y reflexivo. 

Para empezar, es verdad que cada vez escuchamos más a las nuevas generaciones decididas a no tener hijos. O simple y sencillamente a ver esa posibilidad muy alejada de sus ideales y planes de vida a largo plazo. ¿A qué se debe exactamente este fenómeno?

Existen diversos motivos que han llevado a que las generaciones actuales ponderen un futuro sin hijos a uno con hijos. Entre las múltiples razones, una de las que hace más ruido y sentido en esta época es la de disminuir el impacto ambiental que cada ser humano genera. 

Sin embargo, en una entrevista con Vox, Kimberly Nicholas, climatóloga y coautora de un estudio de 2017 sobre los cambios de estilo, advirtió que la reducción de la población no era en sí una respuesta. 

“Es cierto que más personas consumirán más recursos y producirán más emisiones de gases de efecto invernadero; pero en realidad ese no es el plazo relevante para estabilizar el clima de verdad, dado que tenemos esta década para reducir las emisiones a la mitad”.

Mientras que en diversas encuestas y opiniones del público en general, en Estados Unidos, muchos adultos sin hijos han resaltado que una de las razones por las que no han decidido tenerlos es la misma crisis climática. Igualmente, una encuesta hecha en 2018 por Morning Consult para la emblemática revista The New York Times, arrojó datos interesantes, destacando que los jóvenes estadounidenses que dijeron tener planeada la maternidad o paternidad era con un número menor de hijos; fue el 33% que mencionó el cambio climático como un motivo, y un 27% apuntó hacia el aumento demográfico como una preocupación. 

Igualmente, las cuestiones económicas tuvieron cabida en las respuestas de esta encuesta, pues un 64% apuntó el costo elevado que representaba tener hijos, mientras que el 37% habló de la inestabilidad global y el 36% sobre la política nacional, como algunas de las razones para no tener o considerar mejor tener hijos. 

Siendo que incluso el índice de natalidad estadounidense disminuyó significativamente para el 2020, descendiendo por sexto año consecutivo. Se trata de una caída del 4% que se piensa se aceleró debido a la pandemia. 

Hablamos de un tema extenso que abarca muchos factores y que buscaremos indagar a lo largo de los siguientes capítulos. Mientras tanto, seguimos reflexionando sobre si tener o no hijos y de qué manera podemos contribuir al planeta sin frustrar anhelos ni deseos ancestrales. Sin mirada inquisidora, ni brújula moral, explicaremos el contexto y cómo es que una u otra decisión impacta de manera significativa. 

Paulina Martínez