Tips para dejar de tomarse todo demasiado en serio
Si no es el mundo, ¿quién está contra ti?
Paulina Martínez
Publicado el 21 de Agosto de 2021
¿Sientes que el mundo está en contra de ti? ¿Ya ni siquiera el horóscopo te da buenas noticias? ¿Cada conversación que tienes la sientes como una agresión o juicio a tu persona? Quizá el problema no eres tú, ni el mundo, ni las estrellas, ni mucho menos las personas con las que conversas, sino algo mucho más profundo dentro de ti.
Es decir, quizá el problema sí eres tú, pero no por ser tú, sino por tu contexto. En otras palabras, muchas veces nos sentimos agredidos a la menor provocación, cuando ni siquiera está sucediendo. Sin embargo, el hecho de sentirlo ya lo hace lo suficientemente real como para irritarnos todo el día.
¿Qué pasa cuando sentimos esta insoportable susceptibilidad? Todos, absolutamente todos, hemos sentido esta sensación por lo menos una vez en nuestras vidas. Y es que cómo no sentir que el mundo nos agrede cuando el ruido de la vida nos aturde tanto que nos olvidamos de regresar a nuestro centro y cambiar nuestras perspectivas de vez en cuando.
Las percepciones cambian de sitio a los hechos y su verdad. Ya lo asumió alguna vez Bernardo Soares (heterónimo de Pessoa) en su libro El desasosiego, cuando contaba cómo se había encontrado con dos amigos por separado, ambos se encontraban molestos uno contra el otro. Entre sus reflexiones, Soares afirmó haberse sentido confundido ante las dos verdades que ambos le contaron.
No todo es como lo vemos, pero tampoco como lo ven los demás. Quizá la metafísica y la filosofía ya indagó demasiado en la fenomenología de la percepción, y demás, pero no cabe duda que siempre es un misterio acotar una verdad absoluta si es que la hay.
Más allá de estas disertaciones, pensemos en cómo el mundo puede llegar a afectarnos a tal grado que nos sentimos los protagonistas de una trama en la que, muchas veces, ni siquiera figuramos como público.
Es decir, quizá a veces tomarnos demasiado personal las cosas no es otra cosa más que un síntoma de un malhumor interior. Por eso ahora te damos unos consejos para liberarte de ti mismo y el enfado que no te deja pasar un buen día.
Respira y desapegate
Tan sencillo como respirar, tan natural como vivir. Cuando te encuentres en una conversación o un momento en el que te estás sintiendo directamente atacado, antes de dejar entrar por completo la emoción, tómate un momento y respira. Conecta con tu respiración, regresa tu atención a tu rasgo más simbólico de vida. Inhala en tres tiempos y exhala en tres tiempos durante tres veces.
Profundiza lo que acabas de escuchar, mantenlo en cada respiración y suéltalo con cada exhalación. Una vez que regresamos nuestra atención a nuestra respiración, el poder de la reflexión llega intuitivamente a nosotros. Entonces pregúntate, ¿cuál es mi reacción?, ¿por qué reacciono así?
Una vez que te cuestiones esto, tómate unos minutos, si es necesario irte del lugar en el que estás para contemplar, hazlo. Di amablemente que vas al baño o a caminar y entonces sigue el ejercicio de separar los hechos de las emociones. Mira desde afuera y asume lo que acaba de suceder desde un enfoque mucho más sereno.
Esto toma años de práctica, definitivamente no siempre estamos serenos ni mucho menos es sencillo acudir a una meditación activa en momentos en los que algo se nos activa casi espontáneamente. Sin embargo, practicar esto nos hará cambiar la perspectiva de las cosas y nos hará sentir más seguros con nosotros mismos y nuestro entorno.
Definitivamente, cuando los terapeutas nos aconsejan no tomarnos nada personal, muchos no lo sabemos inmediatamente, pero nos están dando la mejor arma para la vida. Al no tomarnos nada personal y entender que muchas de las cosas que escuchamos o acciones en las que estamos involucrados vienen más de la persona que las ejecuta o las dice hacia nosotros mismos en realidad.
Se trata de un diálogo constante entre nosotros mismos, no por nada la filosofía explica que todos hablamos de nosotros mismos todo el tiempo con ideas y articulaciones de otros, dirigidas a otros. Hablamos desde nuestra otredad, pero al fin y al cabo, de nosotros mismos.
Asimismo, escuchar también nos ayudará a cambiar la percepción de nuestro sentir. Una vez trascendidos estos pasos de la reflexión a través de la respiración, es momento de enfocarnos en escuchar al otro. Porque a pesar de que el diálogo está entre uno mismo, también es verdad que está de adentro hacia afuera con nuestros amigos y seres que también visten inquietudes y cuestionamientos pertinentes en su día a día. Por lo que escuchar se convierte en la virtud cliché de la que tanto mencionan en libros de autoayuda, pero que en definitiva tiene una verdadera profundidad.
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