Tianguis del Chopo: cultura, subcultura y contracultura
Tianguis del Chopo: cultura, subcultura y contracultura
Iván González
Publicado el 15 de Junio de 2021
Carlos Monsiváis lo nombró como "el templo de la contracultura mexicana", el también escritor José Agustín le adjudicó el mote de "capital del Rock"; en ambos casos, los escritores buscaban resaltar el carácter emblemático del Tianguis Cultural del Chopo, que a más de 40 años de existencia, continúa siendo un espacio en el que se guarecen y refulgen las culturas e identidades subterráneas de la ciudad.
Entre las calles Sol y Luna, en el asfalto de la avenida Aldama de la Colonia Buenavista y aledaño a la Biblioteca Vasconcelos que el mes pasado celebró 15 años de existencia, cada sábado inicia el barullo de comerciantes que se dan cita en el lugar, algunos incluso desde antes de las 7:00 de la mañana.
No siempre se colocó en esa vía. Para conocer un poco más de los inicios de este mercado nos remontamos hasta el 4 de octubre de 1980, cuando Ángeles Mastretta y Jorge Pantoja, directora y promotor cultural del cercano Museo Nacional del Chopo de la UNAM, respectivamente, instalaron el primer tianguis de la música. La propuesta era sólo por un mes, sin embargo, “esto se descontroló” y se extendió por dos años más.
Hasta 1985 los vendedores se encontraban sobre la calle Enrique González Martínez, pero debido a problemas con vecinos inconformes, el tianguis se trasladó a otros sitios, como un estacionamiento, diferentes universidades y la alameda de Santa María la Ribera.
Casi a finales de los años 90 y después de un sinfín de pleitos, este tianguis logró establecerse en la ya mencionada calle Aldama. Desde sus inicios fue un escaparate para la cultura, en donde el rock, la fotografía, la literatura y las artes escénicas eran características del lugar.
Las motivaciones de la juventud en este espacio eran claras: el intercambio de materiales de música, el apoyo a artistas y disqueras independientes y, sobre todo, en la oposición a una normalidad en los medios que tendía a minar las disidencias.
De esa manera, semana a semana llegan jóvenes y adultos instalados en alguna subcultura o contracultura (o no): punks, rockeros, skatos, darks, emos, rockabillys, rastafaris, metaleros, cyberpunks, góticos, deathrockers y personas ajenas a las etiquetas, todos en un mismo espacio, con apariencias e ideologías distintas pero guiados por un mismo fin: el rock y su parafernalia: álbumes originales en vinil, disco compacto, cassette, DVD o Blu-ray, en su mayoría importados.
TE PUEDE INTERESAR: Tianguis y outlets de tenis
En medio de la calle uno encuentra los dos pasillos clásicos del tianguis. Entre sonidos rockeros (muchos de metal), tampoco faltan las camisetas alusivas de las bandas de rock, instrumentos musicales, libros, botas Dr. Martens, ropa tipo militar, fayuca oficial y pirata, aretes, accesorios con picos, chamarras de piel, hasta gel para el peinado mohawk y cine. En cuanto al séptimo arte, cabe destacar que el recientemente fallecido Juan Heladio Ríos Ortega, uno de los fundadores del tianguis, fue una figura vital en la propagación de la cultura cinematográfica en la CDMX, previo a la llegada de los servicios de stream.
“¡A ti que te gusta el rock ‘n roll, acércate amigo!”
La mejor manera de llegar al Chopo es bajando en la estación de Metrobús Buenavista y caminar un par de cuadras.
Ya al final del mercado se encuentra la razón del show: sobre la explanada se reúnen antiguos conocidos para hablar de música, intercambiar discos o disfrutar de la tocada (a la fecha se encuentran a la espera de que mejoren las condiciones sanitarias). Es parte de una identidad.
El Chopo es así un lugar sui generis en México y el mundo, un “flea market” donde los cambios generacionales o embates de la industria musical global son secundarios ante una esencia contracultural y en resistencia.
Foto: Adobe Stock
Compartir