A lo largo de las décadas, la Ciudad de México ha albergado a muchos amantes del rock y otro puñado más de músicos en su búsqueda de espacios para escuchar o tocar su música favorita.  

Algunos de estos espacios musicales llegaron a alcanzar tal fama que se convirtieron en una parte importante de la historia del rock nacional e incluso después de haber sido cerrados, se recuerdan por la portentosa cantidad de historias que se vivieron al interior de sus instalaciones.  

La nostalgia invadirá a los rockeros de corazón, quienes seguro soltarán una lagrimita al recordar estos lugares donde iban a mover la mata y a echar un trago. Es imposible mencionarlos a todos (en algún momento hablaremos de los míticos y casi opuestos LUCC y Bulldog Café), pero siempre es vital recordar algunos y lo que sucedió ahí. ¿A qué le dieron lugar estos espacios, hay algún diálogo posible entre las épocas?

Rockotitlán 

En septiembre de 1985 comenzó a escribirse un capítulo digno de destacar cómo parte de la historia de la a veces complicada escena del rock mexicano, ya que fue cuando se fundó el mítico Rockotitlán, foro ubicado en Insurgentes casi esquina con Eje 5 Sur, que años más tarde cambió de ubicación a Miramontes, pero allá ya nada fue igual y desapareció a comienzos de los dosmiles. 

Rockotitlán fue un punto de encuentro para las bandas emergentes en la ola del rock en español, por ello su importancia en la historia de quienes asistieron o fueron testigos de los conciertos de los entonces desconocidos Caifanes, El Tri, Botellita de Jeréz y muchas más. 

De 1990 a 1996 este recinto vivió sus mejores momentos, también se acuñaron encuentros musicales como La Batalla de las Bandas, competencia que se volvió ícono para destilar lo mejor del género y sus artistas emergentes. 

De este concurso salieron músicos que hoy son reconocidos: Por ejemplo, La Gusana Ciega, aunque no ganó, eventualmente despuntó en el mundo del rock, la agrupación El Clan se llevó el segundo lugar en la segunda edición y Zurdok Movimento se convirtió en la primera alineación que no era de la capital del país en ganar esta competencia en 1995. 

La Iguana Azul 

Una casona de tres pisos que está ubicada sobre la calle de Colima en la Colonia Roma, resultó un lugar perfecto para escuchar rock y tomar algunos tragos con los amigos. 

Al ser una casona de tres pisos, en algunas ocasiones dividían el lugar para hacer performances, áreas para proyectar películas y, evidentemente, para que grupos tocaran. En los 90 hicieron su aparición grupos como Sekta Core, Los Esquizitos o, después, el Comando Groovy. 

La Diabla 

Ubicado en Río Rhin, en la colonia Cuauhtémoc, La Diabla fue uno de los antros preferidos de los rockeros de los años 90. Sonaban canciones de rock en inglés y en español, aparecía el grunge y en el rock nacional destacaban grupos como Santa Sabina, Maldita Vecindad, La Lupita y La Cuca, entre otros.  

Se presentaban grupos conocidos y algunos que empezaban a picar piedra, tratando de emular a los consagrados.  

Tutti Frutti 

Un espacio lleno de diversidad, no importaba la manera de vestir ni ninguna otra cosa, lo único que importaba en este espacio era llegar dispuesto a rockear duro. Comenzó a funcionar en 1985 y estaba ubicado sobre la Avenida Politécnico, en Lindavista, con un concepto bastante novedoso en ese entonces al reproducir música que prácticamente no se escuchaba en otros lugares. 

Del rock gótico al industrial y del garaje al grunge, sin dejar fuera al metal, al llamado rock alternativo y, por supuesto, al punk; esto y más era lo que sonaba en el Tutti Frutti.  

Este sitio fue sede de brutales tocadas en las que Atoxxxico y Massacre 68 lo dieron todo, mientras que Santa Sabina, Café Tacvba, Caifanes y otros grupos comenzaban sus primeras presentaciones en vivo, para demostrar de qué eran capaces sobre un escenario. 

Rock Stock 

Ubicado en Reforma y Niza (en la glorieta de la palma, en la Zona Rosa) este antro abrió sus puertas en 1987 y era una forma de extensión de la estación de radio Rock 101. El escenario estaba ligeramente elevado y todos los presentes podían ver bien desde cualquier punto.  

Algunas mesas eran tambos y la decoración era underground. La diferencia del Rock Stock con muchos bares y clubes de la Ciudad de México, fue que tomó el concepto de los bares y clubes de Londres y de Nueva York en donde no existían condiciones de consumo ni reservas para mesas, resaltando su importancia en una de las ciudades más grandes del mundo. 

¿Recuerdas alguno otro?  

Foto: pixabay 

Iván González