Por qué sí o por qué no tener una relación a distancia
¿Amor de lejos felices...los dos?
Paulina Martínez
Publicado el 17 de Julio de 2021
Después de que una larga tradición epistemológica, dialéctica y filosófica haya construido realidades en las que el concepto del amor se mimetice con las ficciones románticas en las que lo inalcanzable, lo prohibido, el deseo y lo inmaterial sean los principales protagonistas de toda historia de amor; la posmodernidad y las nuevas narrativas han trazado importantes puentes que nos han distanciado considerablemente de estos pensamientos antiguos.
Sin embargo, no han muerto en su totalidad. Mientras los clásicos de la literatura, tanto Shakespeare con Romeo y Julieta, como la emblemática leyenda de Tristán e Isolda que musicalizó y colocó en escena Richard Wagner, nos dibujaron al amor romántico como la imperante búsqueda de uno mismo en el otro. La contemporaneidad se adapta a las nuevas corrientes de pensamientos, en donde las antiguas fórmulas se desgastaron lo suficiente como para seguir usándolas en primer plano.
Aún cuando nos alejemos de los antiguos modelos de manera intencional, los nuevos formatos llegan en forma de ola y nos azotan contra la orilla con la sensación de regresarnos al inicio. Zigmaunt Bauman manifiesta con claridad su teoría sobre una sociedad líquida, en la que los vínculos afectivos son cada vez más frágiles, pues responden al contexto de incertidumbre y capitalista en el que nuestras vidas se ven inmersas. Porque aunque queramos separar el amor de las ataduras sociales, políticas, económicas y demás, lo cierto es que son inseparables.
Asimismo, las convenciones del amor como lo dibujamos hoy en día han cambiado radicalmente después de que conceptos como la monogamia se han confrontado cara a cara con la poligamia y las demás posibilidades de amar sin la enorme lista de juicios morales, ideales y hasta filosóficos.
Esto no significa que el amor haya terminado, o los modelos de las relaciones románticas están en peligro de extinción. Siempre es importante recordar que se habla y piensa desde un punto de vista occidental, en donde nuestro sistema se ha permeado abismalmente diferente en relación de Medio Oriente y Oriente. Igualmente, nuestros círculos cercanos siguen dialogando con las tradiciones románticas antiguas como las contemporáneas. Asimismo, pensamos en los modelos de relaciones abiertas y la poligamia como las novedades entre estos discurso, pero se nos olvida que las relaciones a distancia también forman parte de esta nueva disyuntiva.
Es verdad que estas relaciones han existido desde siempre. Incluso, podrían verse como el epítome perfectamente ilustrado de los antiguos modelos de relaciones en donde la idealización de la lejanía era la piedra angular del romanticismo puro. Sin embargo, el contexto también ha cambiado sus formatos.
A más de un año de que la pandemia nos alejara de manera física y literal de nuestros seres queridos, al menos durante un tiempo, entendimos que el contexto y el mundo cambió en muchos sentidos. Asimismo, muchas relaciones se vieron involucradas en esta catarsis, obligándose a buscar funcionar a la distancia. Ya sean planeadas o no, amores que surgieron a raíz del mundo virtual, o contextos que forzaron a uno a irse del país o ciudad en donde estaba, es verdad que el amor a distancia existe en muchos rincones de nuestro planeta.
¿Amor de lejos felices...los dos?
Ahora te preguntarás, ¿cómo sobrevivir a esto? Antes que nada, no todo es blanco o negro, los matices y puntos medios existen todavía. Por eso hablemos de esos puntos medios, que se encuentran reflejados entre pros y contras, para reconciliarse y no temer a que este tipo de amores se desgasten o se vean flanqueados por temores que, muchas veces, ni siquiera son nuestros sino de la sociedad y el mundo en general.
Mientras la sociedad no se canse de replicar frases como “amor de lejos, felices los cuatro”, es importante aclarar los acuerdos con tu pareja. Ya sea que decidan abrir o no la relación, la confianza va muy por delante de lo que cualquiera pueda opinar o decir desde afuera.
Definitivamente, la distancia le da sabor a las cosas y es que rompe con toda posibilidad de rutina, por lo que nos ayuda a prender el fuego o chispa que hay en nosotros, manteniendo viva la pasión en la relación. Claramente, este paso tiene que ser nutrido por ambas partes, como todo.
El tiempo que se da uno a uno mismo es fundamental, algo que beneficia ampliamente a las relaciones a distancia es el tiempo que nos damos a nosotros mismos. Desafortunadamente, muchas veces sin la distancia uno suele caer en la absorción de las actividades de su pareja, perdiéndose a sí mismo. La distancia ayuda a que cada uno no pierda de vista sus objetivos, y se mantenga siempre en contacto de sí mismo, conformando así un vínculo mucho más fuerte y honesto con la otra persona.
Es importante que la comunicación se mantenga viva y no la descuiden, este punto en cualquier relación es el talón de Aquiles. Siempre y cuando tengas buena comunicación, el resto fluirá, así sea a distancia o no, si la comunicación no es correcta o sincera, las cosas pueden verse envueltas en un caos.
Más allá de las convenciones sociales y los prejuicios que le adjudicamos a las relaciones interpersonales, sobre todo a las románticas, no hay que perder de vista que cuando encuentras a alguien en quien te reconoces imperfecto y le reconoces imperfecto, y a pesar de ello crecen, el amor servirá como punto de partida para crecer tanto personal como en conjuntamente.
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