Maternidades y paternidades sustentables
Capítulo III: Pedagogía ecológica
Paulina Martínez
Publicado el 27 de Diciembre de 2022
Mientras el mundo sigue girando, nuestro contexto sigue entre llamas y reconciliaciones con la esperanza. Un ir y venir entre los discursos fatalistas y las alternativas que están al alcance de nuestras manos y posibilidades para cambiar lo que sucede hoy.
Criar a un ser humano no es un asunto exclusivo de las maternidades y paternidades, se trata de algo más colectivo y global. Sin embargo, es esta acción que se rige en dos ejes fundamentales, el de casa y el de la escuela.
En este sentido, anteriormente hablamos de cómo los discursos actuales pueden parecer un poco deterministas y condenatorios en cuanto a las decisiones de tener hijos o no. Es decir, considerando la crisis ambiental y lo que representa nuestra existencia para esto.
Sin embargo, también es verdad que la luz se asoma todos los días en la antesala del siguiente capítulo de la humanidad. Porque aunque nadie está seguro al 100% de lo que sucederá, los rayos de esperanza siguen dando calidez e iluminación hacia un horizonte reconfortante.
Claro que todo esto bajo el letrero de la responsabilidad, sensibilización y conciencia de lo que sucede. Tomar acción en cuanto a este contexto sin dejarnos hundir en el calabozo del fatalismo.
Asimismo, la educación en la crianza también se está enfocando hacia una perspectiva ambientalista. Porque es en la escuela en donde también pasan gran parte de su tiempo los niños, por lo que es necesario que desde ahí también se ofrezca una perspectiva sensibilizada hacia el cuidado del planeta.
El aula y el planeta
Actualmente las dinámicas e ideas que predominan en la educación están verdaderamente alejadas de lo que sucede en el planeta actualmente: la crisis climática. Se ha considerado muy poco los roles políticos e ideológicos en cuanto al planeta.
Por lo que una enseñanza curricular que no pone foco a la crítica de modos de producción y de consumo que destruyen el medio ambiente y generan un desequilibrio social y económico a nivel mundial, no es necesariamente una enseñanza óptima para ser parte del cambio en nuestro contexto.
Es por eso que la ecopedagogía promete ser el nuevo aro de luz por el que nuestros objetivos de cuidar y hacer un mejor lugar nuestro planeta se cumplan.
Esto sin meternos en misticismos en donde el siguiente concepto se ha instalado entre sus discursos, la ecopedagogía holística (refiriéndose a la concepción de cada realidad como un todo, distinto de la suma de las partes que lo componen) reformula la misión y el quehacer de la acción educativa.
Primeramente es necesario cambiar la idea de que la educación es exclusiva para prepararnos para el trabajo en la sociedad de mercado, o la adquisición de conocimientos académicos codificados. La educación también es “la formación integral de la personalidad desde la infancia que incluye las inteligencias múltiples —entre ellas, la inteligencia ecológica—, la educación emocional y moral, el aprendizaje de comportamientos sociales y ecológicos. Los saberes académicos curriculares tienen que asumir y articular esta visión holística de la educación”, es por lo que apuestan los expertos.
De hecho, la UNESCO se ha pronunciado al respecto señalando cuatro pilares importantes de la educación que se necesitan recuperar: aprender a ser, aprender a convivir, aprender a conocer y aprender a hacer. En la ecopedagogía los toman como referencia de la siguiente manera:
- Aprender a ser parte de un planeta, fortaleciendo vínculos profundos con la naturaleza.
- Aprender a conocer ciencias, artes y humanidades. Igualmente, buscar relacionar todo esto con los problemas medioambientales que vivimos.
- Aprender a convivir en armonía con nuestra naturaleza y con otros seres humanos.
- Aprender a hacer mediante acciones ecosociales, la opción por profesiones que intervengan en la reconstrucción ecológica de las sociedades y la inserción en movimientos ecologistas que han de ser conocidos desde la infancia.
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