En retrospectiva: Albertina Carri, cineasta de la incomodidad
Entre cortometrajes y largometrajes, del 25 al 30 de julio se proyectarán los filmes más representativos de su carrera
Redacción
Publicado el 26 de Julio de 2023
Albertina Carri, cineasta de la incomodidad, denominada así porque su cine –sacude al espectador–, en sus obras proyecta la visión que tiene del mundo así como de la condición humana dentro de la sociedad; abordando temas como la violencia, el género y la sexualidad. El cine de Albertina Carri emerge a manera de plasmar esa mirada cruda que, algunos sucesos de su contexto histórico le han incitado a explorar narrativas fuera de lo convencional.
Desde el cine documental hasta la ficción, la cineasta ha dirigido producciones en las que experimenta una diversidad de técnicas y recursos como la animación, la intervención de archivos y juegos meta-cinematográficos. Nacida en Buenos Aires, Argentina en 1973, queda huérfana a los cuatro años de edad, cuando la dictadura de su país asesina a sus dos padres; razón por la que –aparentemente–, encuentra en el cine una manera de contar historias, haciéndose valer de su creatividad para replantear cuestionamientos en torno a la búsqueda de identidad, tanto como individuo, como en la colectividad.
Feminismos, violencia de género, pornografía, infancias, el cuerpo, la identidad sexual, la memoria y justicia social, son temáticas en las que el cine de Carri se desenvuelve, desafiando los límites que marcan las estructuras de poder, siempre con un mensaje entre líneas que leer.
A Albertina Carri se le conoce como la cineasta de la incomodidad porque en cada uno de sus filmes, existe algo qué repensar más allá de los estigmas pre-establecidos. Con un enfoque experimental, el mundo de esta cineasta argentina se mueve según sus proyecciones y lo que vemos en su cinematografía, transgrede de forma singular las percepciones de quien se adentra en él. Un rasgo característico de esta cineasta es que no se encasilla en un sólo género, haciendo uso de la animación, el found footage, instalaciones audiovisuales, el road movie, entre otros elementos de los cuales echa mano para forjar sus historias.
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En el año 2000 Carri comenzó su carrera profesional como cineasta con el primero de seis largometrajes; su ópera prima No quiero volver a casa, cuenta el destino cruzado de dos familias reunidas por un asesinato y una prostituta. En 2003 lanza el largometraje Los Rubios, con el que se aventura a reconstruir su historia familiar mediante testimonios, fotos y muñecos playmobil. Albertina evoca la memoria del suceso que la dejaría huérfana cuando sus padres Roberto Carri y Ana María Caruso, dos militantes del peronismo revolucionario, fueron desaparecidos por una redada en marzo de 1977.
Aclamada por la crítica y por el público, este filme catapultó el talento de Carri como una cineasta irreverente, subversiva, dueña de un talento prometedor. A partir de entonces, Albertina ha sido considerada como una cineasta independiente que pondría como manifiesto su propia manera de hacer cine, pues para Carri es importante involucrarse en cada una de las etapas del film, desde la escritura del guion, hasta elegir el modo de difusión.
El trabajo de Albertina Carri se exhibirá en las salas de la Cineteca Nacional del 25 al 30 de julio con una retrospectiva de su trabajo, mismo que ella misma presentó frente al público con la proyección de Los Rubios.
“Cuando hicimos Los Rubios, que fue en el año 1999-2000, una película que hicimos entre amigos y que jamás imaginamos que tuviera la repercusión que tuvo, nunca jamás me imaginé que la iba a estar presentando veinte años más tarde; y un poco esa es la impronta de la película, que también eso es uno de sus significantes; yo no sé si es sobre la dictadura o si es una película sobre la amistad a esta altura de la vida, pero el marcaje, o la excusa, o la anécdota para armar este relato es claramente la desaparición forzada de mi madre y mi padre, pero, el recorrido que hace y justamente por eso creo que finalmente esa película que hicimos de forma clandestina –de algún modo–, porque la hicimos totalmente de espaldas al cine que se estaba haciendo en la Argentina, finalmente tuvo la repercusión que tuvo y sigue teniendo y se sigue reviendo porque además Los Rubios se convirtió en una especie de documental de culto en Latinoamérica porque repiensa la memoria y la forma de representación de la memoria, pero creo lo que le terminó sucediendo un poco es que se convierte en una especie de voz generacional y creo que tiene que ver con esa idea de lo colectivo que construye también la película más allá del protagonismo de la historia”
Sus largometrajes Géminis (2005), La Rabia (2008), Cuartetos (2006) y Las Hijas del Fuego (2028) que realizó intercaladamente con sus cortometrajes: Aurora (2001), Barbie también puede estar triste (2002), De Vuelta (2005), Restos (2010) y Pets (2012) son evidencia del diálogo entre la búsqueda creativa de la cineasta y su intervención en las inquietudes sociales.
Información: Cineteca Nacional
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