Tiendas de ropa y objetos reciclados
Vida Verde. Reciclaje en casa. Capítulo V.
Paulina Martínez
Publicado el 25 de Julio de 2022
Más allá de separar la basura y distinguir los materiales desechables de los reutilizables, también existen muchas más posibilidades en nuestros objetos cotidianos. ¿Has pensado en las segundas vidas? La filosofía hindú enmarca de manera espiritual a esta teoría, pero pensemos en algo mucho más mundano y tangible.
¿Cómo darle una segunda, tercera o más vidas a una prenda u objeto dentro de este mismo plano espacio temporal en el que coexistimos? Entre nuestras cosas personales, siempre hay objetos que pueden seguir emigrando de hogares y dueños para cumplir su función hasta desgastarse lo necesario como para ya no ser verdaderamente funcionales.
De diversas tendencias sobrevive el mundo del fashion style. Más allá de las distintas paletas de colores, temporadas y climas, la moda se monta en tendencias que también se sostienen en un contexto y discurso social. Por ejemplo, pensemos en la incursión de la ropa genderless, la cual responde a una visión mucho más inclusiva y dispuesta a quebrantar estereotipos de género que se fueron construyendo alrededor de su contexto, pero sobre todo en el estilo y tipo de ropa que uno vestía.
Lo mismo sucede con la conciencia y el cuidado del medio ambiente. Es decir, ya hace unos años lo vintage se volvió la moda que todos comenzaron a vestir. El estilo retro regresó junto con la nostalgia de aquellos remakes y spin offs en las narrativas ficcionales en el mundo del entretenimiento, y como consecuencia, la moda revivió sus mejores outfits y estilos.
De tal modo, comenzó a popularizarse la compra-venta de ropa de segunda mano y los enormes tianguis de paca comenzaron su revuelo con las nuevas generaciones que lo vieron como alternativa para permanecer a la moda. Mientras a la par reivindicaban el comercio justo y la conciencia de quitarle poder a aquellas empresas maquiladoras que fabrican ropa en toneladas, y quienes generan un fuerte impacto negativo para el medio ambiente.
¿Quién pensaría que para fabricar unos jeans se gastan alrededor de 7 mil litros de agua? Así es, eso únicamente para una sola de estas prendas, ahora imagina cuánta agua se desperdicia para la maquilación de miles de jeans. Otro ejemplo está en los zapatos de deporte, en los que en promedio se utilizan 4 mil 400 litros, o para fabricar una camisa de fibra sintética se usan alrededor de mil litros, o si es de algodón, mil 200.
Si no existe la reencarnación humana, existe en nuestros outfits. Sobre todo si pensamos en la cultura del reciclaje sobre nuestro guardarropa. La reciente tendencia de comprar en segunda mano o ir a los tianguis de paca, ha resignificado la consciencia sobre nuestro consumo y nuestro papel como consumidores. La mejor parte es que esto trasciende todas las barreras que creíamos existían, pues entre más vintage sea nuestro outfit, adquirimos un estilo único y se corre menos riesgos en replicar algún outfit con los demás. Cosa que claramente no sucedía con las grandes tiendas del fast fashion, pues todos siempre veíamos algo de nuestro clóset pasear por la calle en el cuerpo de alguien más.
Además, al darle esta segunda vida a nuestra ropa estamos ayudando a mantener una economía local, mientras le damos (poco a poco será importante este impacto) un respiro a nuestro planeta.
El creador del concepto huella hídrica, Arjen Hoekstra, ha estimado que para fabricar una camiseta de algodón se utilizan unos 2 mil 900 litros de agua y en unos vaqueros gruesos unos 11 mil 800. Por ejemplo, en países como España, se calcula que cada persona genera unos nueve kilos de residuo textil al año y que, con frecuencia, las prendas solamente las usamos unas siete u ocho veces antes de tirarlas o regalarlas.
Ahora que hemos hablado un poco de lo que representa esta posibilidad de ofrecer una segunda vida a nuestra europa y objetos, esperemos al siguiente capítulo para conocer en dónde podemos asistir a ser parte de esta dinámica de consumismo consciente.
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