Solsticio de invierno, de cierres e inicios
Una temporada para empezar
Paulina Martínez
Publicado el 22 de Diciembre de 2020
A días de que demos por terminado el 2020, el invierno ha llegado a esta parte del planeta y se prepara para encender, antes que las fogatas, la memoria y la tiricia navideña que estas fechas representan. Además, no está de menos indagar en todo el misticismo que rodea un evento así, desde las atribuciones cósmicas que nos cargamos, hasta las creencias energéticas y espirituales.
Es decir, desde siempre nuestra especie ha correlacionado nuestra existencia con todo aquello que está más allá del cielo. No por nada los solsticios representan grandes festividades, rituales y una serie de eventos de corte místico. Sin embargo, no sólo se trata de algo espiritual, sino que de hecho es un evento científico bastante atractivo.
Para empezar, el solsticio de invierno es el día más corto de todo el año en el hemisferio norte, cuando el sol aparece en su posición más al sur, directamente sobre la cabeza en el lejano Trópico de Capricornio.
Mientras que para el otro lado del mundo, en el hemisferio sur, el solsticio de diciembre marca el día más largo del año, y hasta el comienzo del verano en lugares como Argentina, Australia y Sudáfrica.
Sin adentrarnos en cuestiones meramente míticas, pensemos en los hechos. Es decir, más allá de toda la teología dibujada alrededor, el solsticio de invierno trae consigo efectos que se pueden ver y también sentir. ¿De qué tratan estos efectos?
Para empezar, el mero día del evento, que fue el pasado 21 de diciembre, la luz del día disminuyó drásticamente, sobre todo en los lugares más cercanos al Polo Norte. Mientras que los habitantes de la exótica ciudad de Singapur, a 137 kilómetros al norte del ecuador, apenas notan la diferencia, pues con sólo nueve minutos menos de luz del día que durante el solsticio de verano.
Igualmente, hay sitios que cuando sucede esto, representa todo un nuevo paisaje de luz. Por ejemplo, los habitantes de Nome, Alaska, se ven más privados de la luz solar con únicamente tres horas, 54 minutos y 33 segundos de luz diurna y, además, muy débil. Aunque en realidad, esto es mucho más rudo para Prudhoe Bay, Alaska, pues se encuentra dentro del Círculo Polar Ártico y ahí sí que no pasará ni un sólo rayo de luz del día.
A propósito del solsticio, hagamos un recuento de algunas películas que nos ambientan en el frío y los pocos rayos de sol de esta temporada.
Los amantes del círculo polar, de Julio Medem (1998)
El drama español de 1998, dirigido por Julio Medem y protagonizado por Najwa Nimri y Fele Martínez, fue merecedor de dos premios Goya en 1999.
“Ana y Otto, dos niños de ocho años, echan a correr a la salida del colegio. Desde esa tarde en la que se les escapa el mundo, las vidas de Ana y Otto se trenzan en un mismo círculo que comenzará a cerrarse diecisiete años después en Finlandia”.
Un plan sencillo, de Sam Raimi (1998)
La película estadounidense de 1998 dirigida por Sam Raimi y protagonizada por Bill Paxton, Billy Bob Thornton, Brent Briscoe y Bridget Fonda, está basada en el best-seller homónimo de Scott Smith, quien también escribió el guion. Narra el drama de un par de hermanos que encuentran una maleta llena de dinero en un avión accidentado.
Sister, de Ursula Meier (2012)
Se trata de un drama ubicado en una población suiza. La historia se centra en Simon (Kacey Mottet Klein), un niño de 12 años al que no le queda más familia que una inestable hermanastra, Louise (Léa Seydoux), y quien, con el fin de mantener a su núcleo afectivo unido, se infiltra cada día en las lujosas pistas de esquí de la cima para robar a los turistas y malvender lo hurtado.
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