Los Juegos Olímpicos: Un ideal citadino
Redacción
Publicado el 24 de Agosto de 2021
A pesar de los enormes obstáculos, Tokio llevó a cabo una magnífica justa olímpica. Primero, segundo, tercero y tanto más, por dar la cara frente a los embates de la pandemia global. Han existido lamentables pérdidas humanas, un confinamiento, crisis económicas y tanto más que derivó en postergaciones para la realización y, al final, que los eventos se llevaran a cabo sin público. Pero se celebraron. Aunque de menor manera, también superó los embates mediáticos de un segmento del entretenimiento y agendas editoriales de países supuestamente alineados y que supuestamente no, que optaron por la vigilancia, la discusión, el debate ético-moral, el nacionalismo y, también, los clicks.
Más allá de las posturas, el deporte como un todo puede vencer a los star systems de cualquier bando, ideología o repercusión económica, porque los JJOO son antes que nada, aunque uno complejo y caro, un ideal. Las extrañas realidades y el manejo de la información o las tendencias en redes sociales se han vuelto una norma en un universo siempre cambiante, por ello es estupendo destacar los logros humanos, tecnológicos, arquitectónicos, en comunicación, etc., que unan a las mayorías y, sin duda, a los atletas, a lo deportivo. Además de la batuta olímpica y su significado, Tokio le transmitió a París estos triunfos para celebrar los JJOO de 2024.
De esta forma se inauguró el vínculo entre ambas ciudades en la clausura de los juegos japoneses, cuando a la misma hora se reunió una multitud en la capital francesa, que al pie de la Torre Eiffel celebró ser escala y meta en el legado de los juegos de verano. Era una estampa o postal turística de otra identidad pero una misma humanidad, con unos jets que surcaban el cielo y despedían humo de colores azul, blanco y rojo. Eso sí, los románticos fiesteros en la “Ciudad Luz” no portaban una boina oscura ni camisa a rayas blancas y negras. Tampoco un diario o baguette bajo el brazo de la gabardina, porque los JJOO nos hermanan sin distinción ni estereotipos. Los fiesteros habrán aprovechado y alimentado el fuego con el gozo por el arribo de Lionel Messi al PSG (quien parece debutar el próximo domingo en la Ligue 1) y creo que, sobre todo, por una mejor perspectiva futura.
Por eso y más se agradece a Japón. No por nada la banda Tokyo Ska Paradise Orchestra inició una celebración de clausura alegre, donde sobresalieron algunos arquetipos y estímulos de la cultura única de esa nación, hasta para recordar cuando en la clausura de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, el entonces primer ministro japonés, Shinzo Abe, se vistió como Super Mario.
Por esto y más los estadios olímpicos son rompecabezas sino es que jardines zen, al ser lugares donde se mezclan las ceremonias sociales con eventos deportivos selectos con la meta de promover los valores olímpicos y lo más destacado de la ciudad anfitriona. Solo recordemos al magno Estadio Olímpico Universitario, recinto deportivo multiusos de la UNAM al sur de la CDMX, obra de los arquitectos Augusto Pérez Palacios, Jorge Bravo y Raúl Salinas Moro. Fue la sede principal de los Juegos Olímpicos de 1968 y se ubica en un área declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.
En estos días se llevan a cabo los decimosextos Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 hasta el 5 de septiembre. Porque una herencia olímpica en una ciudad no son solo las enseñanzas de Tokio acerca de los nodos culturales japoneses, la tecnología, la tradición milenaria o el mismo Super Mario, sino las de igualdad, inclusión pero también de una sana búsqueda de alegría y de más, cuando el deporte es un reflejo social.
La ciudad, como otras antes, observó de cerca situaciones y momentos que terminarán enmarcados en la historia del deporte y en el relato de esta siempre cambiante vida. Parece una estupenda oportunidad para en vez de voltear al pasado, homenajearlo y seguir adelante.
Licencia: CC BY 4.0
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