"Los iluminados" - 24 Tour de cine francés
Redacción
Publicado el 12 de Octubre de 2020
Año tras año, el Tour de Cine Francés llega con una cartelera compuesta por atractivas propuestas filmográficas que se apartan de los convencionalismos Hollywoodenses e intentan fomentar el gusto por un cine con discursos más autorales que comerciales. Este año, la campaña del festival está constituida por siete títulos, entre los que se encuentra la película de Los iluminados, segundo proyecto de la directora Sarah Suco, quien se arriesga a contarnos una historia que le resulta personal, pues está parcialmente basada en vivencias de su niñez y adolescencia.
Los iluminados nos adentra a la historia de una joven llamada Camille, quien apenas está comenzando la adolescencia y muestra un gran interés por el circo, las artes y el entretenimiento. Sus ambiciones de convertirse en animadora se ven ofuscadas por los deseos de sus padres de unirse a una comunidad religiosa, con el fin de fortalecer la estabilidad familiar y la infraestructura de sus valores. Tras esta decisión, no pasa mucho tiempo para que Camille comience a detectar anomalías en las prácticas, costumbres y discursos que emiten las autoridades eclesiásticas de esta congregación, pero su corta edad y la limitada libertad que tiene dentro de su rol de hija le impiden actuar a tiempo antes de que las cosas a su alrededor comiencen a desmoronarse.
Hay que tomar en consideración que hablar de religión siempre resulta controversial, principalmente porque es un tema donde la imparcialidad no tiene lugar sobre la mesa, y si bien la cuestión de la fe católica es un elemento protagónico dentro de la formación atmosférica de Los Iluminados, la obra de Sarah Suco no sólo es un reclamo hacia los cultos religiosos, sino al fanatismo en todas sus aristas. En primer lugar, está la influencia institucional sobre el pensamiento mágico, que lo vemos representado en los roles de paternidad dentro de la estructura familiar del filme. Vemos cómo el criterio de los padres de Camille va reduciéndose a una perspectiva que raya casi en lo delirante.
Después vemos el choque ideológico entre distintos tipos de autoridades. Elisabeth Noelle-Neumann en su libro La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social, menciona que el filósofo inglés John Locke decía que existían tres tipos de leyes: la ley divina, la ley judicial y la ley de la opinión pública. La autoridad o ley que obviamente tiene más protagonismo en la cinta es la divina, ejercida por el culto en el que Camille y sus hermanos están atrapados. Las autoridades que conforman la iglesia católica se han visto envueltas numerosas veces en la polémica y atención mediática por sus actos ilícitos, siendo la pederastia el más sonados de estos. Si bien, Los iluminados hace una breve mención de estas polémicas, la historia se inclina más por hacer un análisis en el código moral que dichas autoridades imponen de manera subliminal pero contundente en sus seguidores, sobre todo cuando se trata de penalizar conductas indeseadas, como prohibirle a Camille el seguir con su educación artística por temor a que se preste a interpretaciones erróneas, por ejemplo.
La opinión pública toma trascendencia en una línea narrativa secundaria, pero igualmente importante, entre la dinámica romántica entre Camille y Boris, un compañero suyo de la escuela de circo. Boris, al pertenecer a una familia relativamente normal, se concientiza más rápido que Camille de la verdadera gravedad de la situación, más que nada por las limitantes en los códigos conductuales y de vestimenta dentro del culto. Conforme la tensión dramática y amorosa se acrecienta entre ambos, la experiencia de ver el filme se va volviendo cada vez más incómoda, no por las escenas de amor (las cuales aderezan de manera satisfactoria a la trama), sino porque es en estas secuencias específicamente en donde vemos la incapacidad emocional de Camille por reconocer que las cosas a su alrededor andan mal, lo cual causa cólera en el espectador.
Finalmente, pero no menos relevante, vemos la confrontación de la autoridad jurídica ante la religiosa. Esta será la detonante para que Camille finalmente de su salto de la inocencia a la atroz verdad de los hechos. El contexto de Los iluminados sitúa el impacto de estos efectos en una estructura familiar relativamente pequeña, pero la advertencia va más allá, pues estas redes de poder llegan a tener resultados que inclusive alcanzan el espectro político.
En el área actoral, la actuación de Camille Cottin qué pasa de ser una madre convencional a una madre cuya figura de autoridad se desvanece por completo y se convierte en un títere sin voluntad y jurisdicción es realmente convincente, dejando una impresión dañina y devastadora, mientras que Céleste Brunnquell en el papel protagónico nos dé un retrato del abuso que quiere permanecer en un estado de negación por el amor hacia su familia, lo cual la hace entrar en un debate interno sobre quién es, cómo se diferencia de sus padres y cuáles son verdaderas prioridades: obedecer lo que el opresor dice u obedecer su intuición.
Reparto: Camille Cottin, Jean-Pierre Darroussin, Éric Caravaca
Francia, 2019
Drama
100 min.
Camille se da cuenta gradualmente de la gravedad de la situación, por lo que buscará salvar a sus hermanos del aislamiento creado por la comunidad.
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