Después de mucha expectación, la Semana del Arte en la CDMX concluyó el 12 de febrero en decenas de espacios donde el arte mostró sus diversas facetas. Cada una con una curaduría muy particular, misión y visión distales, pero como dice el refrán popular, las ideas se respiran en el aire.

Al final, el arte y sus formas son totalmente contextuales, por lo que aunque cada cabeza es un mundo, gran parte de las ferias que se llevaron a cabo en nuestra ciudad, compartieron elementos similares.

Estas tendencias de las que hablaremos someramente, dictarán en gran medida lo que las galerías de arte expondrán a lo largo del año, ya que la Semana del Arte es un parteaguas de aquello que interesó a los comités seleccionadores, grandes curadores del medio.

En primer lugar, y una tendencia que acaparó los boots en casi todas las ferias de las que hablaremos hoy, Zona Maco, Material Art Fair, BADA y Salón ACME, es el llamado regreso a la pintura. 

 

 

 

 

 

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En formatos que tendían a lo monodimensional, en lienzos empotrados a una pared, con óleo como principal herramienta, fueron las obras que acapararon las propuestas de las ferias. Con diversas intenciones, así como oficios, pero casi todas eran el tangible regreso a la vieja escuela, con las preocupaciones actuales.

Así pues, la pintura estuvo presente, pero justo como adelantamos arriba, esta nueva pictórica busca darle un giro a lo que normalmente asociamos como pintura. Aunque no faltaron los paisajes, los óleos fueron usados principalmente para reinterpretar retratos.

Mientras caminabas por las diversas ferias, fueron tres elementos básicos los que componían la mayoría de retratos al óleo, la búsqueda de reinterpretar los clásicos, es decir, retomar rostros y personas de periodos anteriores como retratos victorianos, pero con toques actuales, como la gama de colores.

La mayoría de estas pinturas recreaban con gran oficio rostros del siglo XVIII, tanto mexicanos como europeos, en colores neón. Una tendencia de color que sustituyó a las ya clásicas luces neón que abarrotaban los booths.

La cual continúa la larga estela que la moda ha presentado desde que la pandemia disminuyó, con colores totales y brillantes, recreando una felicidad natural que estos colores aportan, así como el desconcierto del regreso a lo que antes conocíamos, pero con las secuelas que los años de pandemia dejaron.

 

 

 

 

 

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De igual manera, este desconcierto fue abordado en los retratos al óleo con rostros desfigurados, borrosos, que brindaban una sensación extraña del regreso pero sin lograr mirarnos de la misma manera.

Incluso con retratos recreando personas con oficio casi fotográfico, ocultos detrás de manchas de pintura brillante. Tal vez abordando la felicidad impuesta por el regreso, después de vivir años en una pasividad y lentitud contrastante con la inercia con la que el mundo se movía antes de la covid-19.

En este sentido, la psicodelia continúa siendo una fuerte tendencia, esta vez jugando con lo que creemos ver, la reinterpretación de lo conocido y la distorsión de ello. Esta tendencia abarcaba la instalación, la fotografía y la pintura, utilizando colores totalmente saturados y brillantes.

Pero los colores vívidos eran contrarrestados por propuestas que eran más minimalistas, con colores más apegados a una gama discreta. Aquí el detalle se encontraba en sí misma, ya que las texturas fue otra de las grandes tendencias que la pintura recuperó.

Desde lienzos con cientos de capas creando una tridimensionalidad en colores opacos, hasta el juego entre las apariencias suaves y en el detalle, una constitución violenta que nos hace replantear la idea de que desde lejos todo puede ser una ilusión.

Las texturas y la apariencia engañosa, ha sido una búsqueda constante actualmente en muchos ámbitos de las expresiones creativas humanas, desde la moda con prendas que aparentan una facilidad impresionante, hasta películas con giros argumentales en cada recodo, y en arte la simpleza que representa un cuadro plano de lejos, pero mirado de cerca (contra lo clásico de cómo mirar óleo) existen texturas que complejizan un lienzo monocromático.

Esta búsqueda de jugar con la realidad, también la encontramos en el collage, el cual estaba presente en todas las ferias de arte. Desde el clásico con recortes de revista, hasta collage con pintura, y con impresiones creadas para formar parte de la pieza, pero recortadas para crear el clásico layering de esta técnica. 

 

 

 

 

 

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A diferencia de otros años, la Semana del Arte no tuvo en su haber tantas instalaciones como en años anteriores. Pero hay algunas increíbles excepciones, como el cuarto de baño creado enteramente con felting, técnica muy explotada dentro de los hobbies pandémicos.

Esta pieza en Salón ACME, también deja en claro que otra de las grandes tendencias son los textiles, los cuáles creaban la sensación de suavidad en diversas piezas. Así como las posibilidades de “pintar” con este tipo de materiales, los cuáles los encontramos desde lienzos, hasta creaciones en crochet y cuartos completos tapizados con telas pintadas.

Como una microtendencia, encontramos el uso de la madera como lienzo y como lugar perfecto para intervenir. La mayor parte de estas intervenciones venían en escultura y en madera quemada.

A pesar de que la Semana del Arte acabó, su sombra es muy alargada, y terminará por definir lo que podremos ver a lo largo del año, así como la fluidez con la que monetariamente se manejará esta industria a lo largo del 2023.

 

 

 

 

 

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Nora Morales