Somos seres supersticiosos, de fe, de pensamiento mágico. Somos seres imaginativos. Llevamos dentro de nosotros un cerebro que nos ha ofrecido la posibilidad de crear, destruir y, sobre todo, pensar, más allá de lo que existe delante de nosotros. 

Desde imaginar infraestructuras enormes que nos llevan al espacio, hasta continuar con la impecable búsqueda por responder las preguntas empíricas; el ser humano, desde siempre, ha buscado el confort existencialista que estas implican. Desde la religión hasta la ciencia, nuestra especie ha conseguido aferrarse a una idea, un concepto o incluso al mero escepticismo, para soportar la existencia de una u otra forma. 

En este sentido, no sorprende que antiguas creencias prevalezcan intactas a la fecha, y que algunas hayan resurgido como una nueva ancla para que la humanidad se sostenga de ellas. 

No se trata de verdades absolutas, ni de críticas sarcásticas hacia estas nuevas tendencias. Si no más bien de un amigable recorrido en el que la reflexión antropológica entra en juego, con un matiz entre claros y oscuros.

Al final del día, tampoco es ninguna novedad que el mundo actualmente se mueva entre tendencias que responden a un contexto y, ciertamente, la incertidumbre existencialista forma parte de ella. Es por eso que la búsqueda de sentido ante esta narrativa siempre será latente y hoy, más que nunca, se ha convertido en un tema que infiere día con día en nuestra cotidianidad y en las cosas más simples como las relaciones humanas.

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El pensamiento mágico ha habitado en nuestra especie desde tiempos memorables, y es que pensar en los misterios que se ocultan ante nuestros ojos nos lleva a imaginar las posibilidades a través de diferentes narrativas. Mirar el cielo y preguntarse qué son aquellos puntos brillantes  no es únicamente un acto de contemplación, es ahí donde radica el pensamiento medular en el que la ciencia y el misticismo convergen para dibujar nuestra realidad. 

El accidente cósmico que nos dio la vida colocó las piezas en su lugar y ahora somos la especie que habita un planeta con dirección a la nada. No sabemos absolutamente nada de lo que hay afuera, y muy poco hemos entendido de lo que hay aquí mismo. Sin embargo, es un hecho que tanto la ciencia como el misticismo se han encargado de construir una de las bases fundamentales para nuestra sociedad. 

Imagen: Jezz Timms en Unsplash

Y aunque los misterios sigan a la orden del día, también es un hecho que nos hemos logrado explicar cosas que antes se asumían exclusivamente bajo un pensamiento mágico. Asimismo, y yendo en contracorriente de una lógica en la que entre más descubrimientos científicos menos misticismo, nuestra sociedad también se ha sostenido fuertemente en este segundo eje. 

No por nada escuchar que las preguntas de hoy en día sean: ¿a qué hora naciste? O, ¿qué signo eres? Es decir, estamos a menos de diez años de que Marte sea pisado por un astronauta humano por primera vez, pero seguimos creyendo que Mercurio retrograda para afectarnos directamente. 

A lo largo de los siguientes capítulos reflexionaremos sobre esto, para conocer más allá sobre esto. ¿Qué supersticiones existen? ¿Cómo nos afectan? ¿Qué tiene que ver esto con nuestro contexto y la cultura popular? Asimismo, hablaremos de los nuevos íconos demuestra era a lo que este tema respecta.

Paulina Martínez