Internet cuántico y otros imposibles
Ciencia de lo humano. Los imposibles del ahora, la oportunidad del futuro. Capítulo II
Paulina Martínez
Publicado el 15 de Agosto de 2022
Mientras el mundo nos siga demostrando que los imposibles no son otra cosa más que problemas que el futuro resolverá para convertir en posibles, se vale creer en las locuras más extravagantes.
En el capítulo anterior mencionamos el imposible de la teletransportación, y de cómo por muy grandilocuente que suene, ya existe. O bueno, antes de pensar en que viajaremos de un lugar a otro en cuestión de segundos, como el capitán Kirk de Star Trek, seamos serios y recordemos que los baby steps son importantes.
Aunque quizá sea un poco desalentador pensar que no se ha logrado algo que nos acerca a la narrativa de Star Trek y todas esas historias de ciencia ficción, sí deberíamos alegrarnos porque esto ha dado el salto a que las comunicaciones futuras cambian radicalmente, y con ello el mundo como lo conocemos.
Se trata de un estudio que lleva ya unos años operando, y es que ahora se consiguió un avance significativo que nos estaría llevando al internet cuántico. Es decir, a una red con una inimaginable velocidad, seguridad y potencia extraordinaria.
La tecnología de teletransportación se basa en transferir partículas cuánticas que están entrelazadas y que son interdependientes la una de la otra, a grandes distancias.
Foto: Ben Wicks en Unsplash
Algo que ha fascinado sobre la física cuántica, es el haber descubierto que estas partículas cuánticas que son conocidas como qubits, conocen las propiedades de su otra partícula y cambian su comportamiento cuando la otra lo hace.
Por lo que si uno de estos qubits presenta una modificación, la información del cambio se teletransporta por una fuerza invisible entre ellas para que la otra partícula pueda adaptarse a la modificación de la primera.
Esta ciencia nos lleva a relacionarla, incluso, con las filosofías budistas y aquellas visiones abstractas que se involucran con el mundo de la meditación, y las distintas perspectivas de los estados de conciencia que mutan según su contexto cultural.
Es decir, desde aquello que los antiguos pensadores budistas visualizaban como el mundo “real”, en nuestro interior, hasta el clásico cielo e infierno que dibuja a grandes rasgos la religión cristiana.
Sobre lo que se ha logrado recientemente, nos dibuja un escenario en el que la transferencia de información de manera estable, podría servir para crear redes cuánticas de qubits entrelazados que podrían mejorar la tecnología de manera exponencial para aumentar la velocidad, la potencia y la seguridad de la computación en relación con las computadoras actuales, por muy nuevas que estas sean ahora.
En otras palabras, estamos a un paso del internet cuántico, mismo del que hablaremos en la segunda parte de este texto. Mientras tanto, es momento de abandonar la idea de que lo imposible será así por siempre, y pensemos en que no estamos muy lejos de lograr una realidad como la hemos pintado desde tiempo atrás con nuestras leyendas, creencias y narrativas ficticias.
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