El impacto del cine de luchadores

CMLL ha anunciado el regreso a su actividad el próximo viernes 7 de agosto

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Iván González

Publicado el 06 de Agosto de 2020

El impacto del cine de luchadores

Hacen falta más de tres caídas para conocer a fondo la extensa y rica historia de los luchadores y del cine de estos en nuestro país. ¿Quién no ha oído esa canción del Conjunto África?, la cual nos introduce al universo de los héroes populares que no tienen relación con los cómics o el cine hollywoodense.   

¿Qué miembro de la Liga de la Justicia le haría frente a Blue Demon o el Santo? ¿Podría Spider-Man ganarle al Rayo de Jalisco? Estas preguntas hipotéticas tienen por respuesta una sola certeza: los héroes mexicanos siempre saldrán vencedores por la sencilla razón que ellos sí existieron. 

Después de que el CMLL (Consejo Mundial de Lucha Libre) ha anunciado, mediante su noticiero oficial, el regreso a su actividad el próximo viernes 7 de agosto en televisión, es momento de abordar el deporte y disciplina, pasión y sufrimiento, donde la violencia, se vuelve estética y refleja la eterna lucha entre el bien y el mal. Los técnicos contra los rudos, la máscara contra la cabellera, en un duelo de dos a tres caídas y sin límite de tiempo. 

Desde la década de 1950 hasta los años 70, la lucha libre vivió su época de oro: se definieron los personajes más relevantes dentro del ring y de la pantalla grande; se volvieron ídolos internacionales mientras combatían a científicos locos, monstruos, vampiros, momias y extraterrestres, rescatando de paso a hermosas señoritas en apuros. 

Al tener tanta popularidad, la lucha libre evolucionó y el séptimo arte le abrió las puertas, es así que el director realizó el primer filme de luchadores, el cual llevaba por nombre La Bestia Magnífica, dirigida por Chano Urueta, y El Enmascarado de Plata, de René Cardona, ambas de 1952.

Curiosamente en la segunda película no aparece El Santo, aunque su famoso sobrenombre sea el del gladiador. En su lugar vemos a un personaje interpretado por El Médico Asesino, un luchador de esa misma época.

El cine de luchadores se prestó para fundirse con diversos géneros: comedia, western y ciencia ficción. Pero su simbiosis más importante sería con el horror, poco cultivada en México desde los treinta. Chano Urueta pareció revivir el género del horror con dos películas: El monstruo resucitado (1953) y La bruja (1954). 

Y para tener una idea del alcance, el género es considerado de culto a nivel internacional. Países como Francia e Italia poseen las más vastas colecciones filmográficas en sus acervos, y algunas obras fueron nominadas a premios internacionales como sucedió con Santo contra las Mujeres Vampiro (1962), en el Festival de Cine de San Sebastián.   

 

La influencia del género en el exterior también se demuestra con la participación de directores españoles en producciones como Santo contra los Asesinos de la Mafia (Manuel Bengoa, 1970), Santo en el Misterio de la Perla Negra (Fernando Orozco, 1974), y Santo contra el Doctor Muerte (Rafael Romero Marchent, 1974), esta última película considerada por El Santo como su mejor filme. 

A esta aventura se sumó la también leyenda Blue Demon, quien debutó en 1961. No obstante, solo haría un papel secundario y no fue hasta 1964 que protagonizó su primer largometraje en Blue Demon, El Demonio Azul. Luego vino Blue Demon contra el Poder Satánico, donde fuimos testigos por primera vez de la dupla conformada por El Santo y Blue Demon.

A partir de este momento, comenzó una etapa del cine que se enfocaría en contar historias de ciencia ficción con personajes del ring como protagonistas, en que tendrían que salvar al mundo (o México) de los malévolos planes de los villanos clásicos.  

De la misma manera, surgieron más protagonistas para estas cintas, como Mil Máscaras, Huracán Ramírez, Rayo de Jalisco y Atlantis, entre otros. Realizadas con bajo presupuesto y con técnicas básicas de efectos especiales, tuvieron una acogida aceptable por parte del público, quienes podrían seguir a estos ídolos en sus travesías fuera del cuadrilátero. 

Hoy, el cine de luchadores, divide opiniones generales en México. Por un lado, hay quienes le achacan el fracaso y la caída de la época de oro del cine mexicano y, por el otro, hay quienes afirman que es una de las raíces más importantes de la cultura popular actual y un motivo de orgullo nacional. Vuelos, llaves, máscaras y capas forman parte de una era categorizada como kitsch la cual levanta fanáticos y enemigos en cada rincón. 

 

Para finalizar, así como el futbol, el mariachi, el tequila y los tacos son parte de la cultura mexicana (cada uno con su historia), también lo es la lucha libre, las máscaras y la imagen del luchador, cuya importancia se la deben en gran medida al cine, ya que sin él hoy serían algo totalmente distinto. 

Foto: Adobe Stock 

 

 

 

Iván González


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