Divulgación científica y la ciencia ficción
Ciencia de lo humano. Divulgación científica. Capítulo III
Nora Morales
Publicado el 30 de Mayo de 2022
Cuando hablamos de creaciones artísticas, es casi imposible hablar de realidad absoluta. Ni siquiera cuando hablamos de biografías (mucho menos autobiografía) y documentales. El autor no puede retratar todo lo que sucede, su ojo o su pluma inevitablemente discriminará algo. Ni siquiera el cinéma vérité podría jactarse de ser “realista”.
Al contrario de la ciencia, un sistema que organiza y construye el conocimiento a través de preguntas comprobables y un método estructurado. De ella esperamos veracidad y que lo haga quien lo haga, en las mismas condiciones, tenga el mismo resultado. La objetividad frente a cualquier subjetividad.
Estos conocimientos humanos son tan rigurosos que sólo unos cuantos resultan ser leyes, mientras que el resto son simples teorías. Tal como los números. A pesar de dar muchas cosas por sentado, gran parte de ellas resultan estar acomodadas (quizá por siempre) en tela de juicio.
Bajo este paraguas exacto en el que las leyes podemos contarlas con las manos, ¿realmente existe diferencia entre ciencia ficción y la divulgación científica?
Si nos ponemos exquisitos, hace poco (en relación a la historia de nuestro planeta), creíamos que muchas enfermedades se curaban desangrando a las personas, que la Tierra tenía límites y que el Sol giraba a nuestro alrededor. Cuestiones “científicas” que ahora parecen ficción o fantasía.
Bajo este ojo, Isaac Asimov, maestro del género, señala que la ciencia ficción se distinguirá frente a la fantasía, en que el fondo “surreal” de la historia podría derivarse de nuestro propio entorno, imaginando cambios verosímiles en el nivel de la ciencia y la tecnología.
Claro que nada es blanco y negro, por ejemplo las obras de Michael Crichton (La amenaza de Andrómeda, Parque Jurásico, Congo, entre otras), quien, extrapolando con puntillosa lógica de los conocimientos científicos ya establecidos, crea situaciones asombrosas que nos parecen fantásticas.
La realidad es que sería muy cuestionable que alguien quisiera tomar un libro o película y decir que es divulgación científica, ya que en primer lugar el producto artístico estaría tan restringido que poco tendría que ver con la libertad creativa, y justamente la esencia de los dos extremos se vería magullada.
En este sentido, la ciencia ficción (en todas sus presentaciones) sería más bien un puente de interés para impulsar a alguien a cierta rama de la ciencia. O incluso encontrar herramientas para impulsar la narrativa.
Tal como El señor de los anillos, la cual en esencia es fantasía, pero J. R. R. Tolkien usó la lingüística para crear un lenguaje propio, que sin duda, crea un puente entre los interesados en la historia y la ciencia del lenguaje, y a la par enriquece un mundo hasta que prácticamente respira solo.
La ciencia y el arte no están peleados, tal como los dos hemisferios de nuestro cerebro.
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