Si la imaginación tuviera fronteras, nuestra especie seguramente no hubiera evolucionado tanto como ahora. Quizá nos hubiéramos conformado con ser una sociedad de seres sociales que les gusta hacer cosas en conjunto, ya sea que nos unamos para formar equipos y construir refugios para atender nuestras necesidades básicas, o simplemente para hacernos daño. 

Si nuestra imaginación fuera limitada, o nuestra inteligencia, mejor dicho, estuviera restringida, seríamos una especie que no estaría en el grado evolutivo en el que nos encontramos. Uno en el que incluso planeamos construir bases lunares en nuestro satélite. Sin embargo, y a pesar de mentes conspiracionistas o algunas simplemente fatalistas, y para fortuna de los más ambiciosos o entusiastas, nuestra especie tiene una inteligencia de grado imaginativo sin fronteras. 

Es decir, casi como algunas teorías sobre el universo, parece que nuestra capacidad de imaginar, y encontrar alternativas y a ciertas limitaciones inmediatas, es expansiva. No se contrae, sino al contrario, se alimenta cada vez más entre generación y generación. 

La humanidad ha caminado sobre una cuerda floja en la que su misma inteligencia la ha hecho capaz de caminar sobre de esta, cada vez con menos riesgo a caer al abismo de la ignorancia. En este sentido, la tecnología no es la única capaz de mantenernos en el balance de esta línea, sino que también hemos explotado la imaginación hacia la creación de obras en donde nos planteamos cuestionamientos filosóficos, científicos y más interrogantes intrínsecas de nuestra propia naturaleza, pero desde la ficción. 

Anteriormente, hablamos de la Inteligencia Artificial y sus alcances hoy en día, como también de sus riesgos o los miedos que rodean a esta tecnología. En este sentido, hoy exploraremos lo que la imaginación y la afición por la ciencia han logrado desde el territorio literario. Nuestros mayores temores a ser conquistados por la tecnología que nosotros mismos construimos, hasta el desafío entre asumir que nuestra evolución no se gestará de otra manera más que con la misma tecnología  incluida en nuestros cuerpos orgánicos. 

Descubre los mejores libros para imaginar mundos en donde la IA ha llegado más lejos de lo que quisiéramos o nunca antes imaginamos. 

La expulsión de lo distinto, de Byung-Chul Han

El filósofo y ensayista surcoreano, quien también es experto en estudios culturales y profesor de la Universidad de las Artes en Berlín, ha creado una novela en la diversos planteamientos tanto científicos como filosóficos indagan en su narración. 

“Los tiempos en los que existía el otro han pasado. El otro como amigo, el otro como infierno, el otro como misterio, el otro como deseo van desapareciendo, dando paso a lo igual. La proliferación de lo igual es lo que, haciéndose pasar por crecimiento, constituye hoy esas alteraciones patológicas del cuerpo social. Lo que enferma a la sociedad no es la alienación, la sustracción, la prohibición ni la represión, sino la hipercomunicación, el exceso de información, la sobreproducción y el hiperconsumo. La expulsión de lo distinto y el infierno de lo igual ponen en marcha un proceso destructivo totalmente diferente: la depresión y la autodestrucción”.

Klara and the Sun, de Kazuo Ishiguro

Se trata de una novela escrita por un premio Nobel y también autor de Let Me Go. En ella encontramos una historia en donde la IA desempeña un papel protagónico. 

"Una visión intrigante de cómo la inteligencia artificial podría desempeñar un papel en nuestro futuro, una conmovedora meditación sobre el amor y la soledad", apunta la contraportada del libro. 

Golem XIV, de Stanislaw Lem

Se trata de un libro escrito por el escritor polaco de ciencia ficción Stanisław Lem y publicado en 1981. Es un ensayo filosófico en forma de novela de ciencia ficción, presentado como parte del curso de conferencias impartido por una computadora superinteligente, Golem XIV. 

“Golem XIV es el nombre que ha recibido una máquina pensante, una supercomputadora mental, dotada de una inteligencia superior a la de cualquier humano, y cuya misión es la de servir a sus constructores en sus operaciones bélicas. Sin embargo, una vez conectada, se dota de conciencia, se rebela y se entrega a la elucubración acerca de la condición de los hombres, del universo y de sí misma en relación con ambos. Golem XIV ha diseñado su propio fin, que será un completo misterio para los científicos encargados de su cuidado, pero previamente expondrá sin la menor piedad sus conclusiones, y charlará con las mentes más preclaras de su época acerca del posible futuro biológico e intelectual de la humanidad”.

Paulina Martínez