Ben Vautier en el MUAC
Una exposición divertida sobre el arte mismo
Nora Morales
Publicado el 18 de Noviembre de 2022
Pensar en una explosión de arte, no siempre lo asociamos con diversión. Solemos pensar en estética, experiencias no siempre agradables, incluso visiones del mundo solemnes y desesperanzadoras.
Pero el arte es tan diverso como la humanidad misma, como el caso de Ben Vautier, un hijo de Duchamp que fusiona el arte y la vida, entendiendo cualquier ejercicio humano como una manifestación de la cultura.
Y todo con una fuerza irónica que hace de la exposición en el MUAC, un camino divertido por el cual transitar.
Los inicios de su práctica se sitúan a finales de la década de 1950 en el Nuevo Realismo. Junto a Yves Klein y Arman, entre otros, constituyen la Escuela de Niza e invocan el legado de Marcel Duchamp al repensar el sentido del arte.
Durante esta época, Ben abogaba por un arte nuevo y vanguardista. Pocos años después, entró en contacto con Fluxus, el movimiento originado en Nueva York que daba un paso más allá al priorizar el proceso sobre el resultado, prefigurando el arte conceptual y proponiendo un diálogo intenso con la poesía, la música y las artes escénicas.
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Su obra es diversa, desde obras de texto usando caligrafía de letra cursiva sobre fondo negro, obras escultoricas resultado de la unión de obejtos diversos, hasta instalaciones que invitan a la participación del público.
Estás expresiones artísticas exploran el ego y el etnismo, mirando de cerca la mera existencia y el deseo de ser artista. Por su lado, el etnismo implica reconocer la especificidad de cada uno de los pueblos del mundo, que el colonialismo eurocentrista sigue intentando acallar.
Para la curaduría del museo de la UNAM, está noción de reconocimiento está presente en algunos textos en náhuatl.
Con una ironía que en los ojos correctos invoca la comedia, Vautier fue el principio de muchas de las tendencias de las décadas de los ochentas y noventas.
Tal como la radicalidad, oculta muchas veces en sencillez, de algunas acciones; la centralidad en el paso del tiempo; la importancia del texto; la capacidad de reunir gente diversas alrededor de actividades aparentemente cotidianas.
Así, la obra máxima del artista es él mismo, nos regala una máquina sin parar que analiza y cuestiona la compleja realidad con la que debemos negociar a diario. Por lo que en cada obra que recorras podrás encontrar a Vautier tratando de explicarnos el porqué de todo.
Podrías disfrutar de la exposición La muerte no existe, en las salas 1, 2 y 3 del MUAC hasta el 2 de abril de 2023.
El MUAC (Av. Insurgentes Sur 3000, C.U.) está abierto de miércoles a domingo de 11:00 a 18:00 h.
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