Campo Marte es el tipo de espacios que sólo miras a través de las rejas verdes, y aunque el verdísimo campo que se extiende por varios kilómetros no es particularmente llamativo, el no poder entrar a voluntad, le da un toque de misterio. Por ello, lo primero que llama la atención es poder pisar aunque sea una pequeña parte de este lugar normalmente inaccesible anclado en Reforma.

Después de sentirte diminuto frente a la obra monumental Æquilibrium, de Diego Rodríguez, que da la bienvenida entre colores y telas, accedes a BADA por medio de un pasillo de piedra que decanta en el Monumento a la lealtad, un monolito inmenso que acompaña a la carpa blanca de una sola entrada.

Antes de adentrarte a un zigzag de stands con los más de 100 artistas que conforman esta edición, la instalación Miradas para florecer de la artista plástica Betsabée Romero, literalmente te observa entrar. Conformadas por un túnel de miradas para abrir las pupilas de los visitantes, donde arte y poesía convergen como instrumentos indispensables para dar de nuevo luz en una etapa de gran oscuridad.

 

 

 

 

 

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Así es como comienza el recorrido por BADA, una feria que desde la distribución se destaca, ya que sólo hay un camino que debes de recorrer para salir y entrar, haciendo que el espectador pueda encontrarse con todas las propuestas y no se pierda buscando stands.

Esta horizontalidad es sorpresiva, y te permite mirar todo sin mucho esfuerzo.

Siguiendo el regreso a la pictórica que ha explotado en las tendencias de arte, BADA está conformada en su mayoría por pinturas, e incluso un constante olor a óleo te acompaña por todo el recorrido.

Aunque este regreso a la pintura puede hacer que tu primer trayecto parezca homogéneo, sólo basta llegar al final del recorrido para tomar un buen café o un mezcal, para regresar y comenzar a notar los detalles que se encuentran en cada propuesta totalmente curada por el artista.

Sin duda, el mural rosa de mujeres caricaturescas del artista chino Yvan Deng brilla en la parte final del recorrido, donde puedes sentarte en sillones de terciopelo negro o en mesas de picnic donde puedes disfrutar del Campo Marte extendiéndose frente a ti. Este mural de gran formato que estará elaborando en vivo durante los 4 días de la feria, es una buena oportunidad de disfrutar in situ la creación de un artista de tanto renombre.

Después de este descanso, el regreso comienza a mostrar la heterogeneidad de los artistas, con la diversidad de trazos, colores e inquietudes que se reflejan. Cada artista se encuentra listo para hablar sobre su arte, y miran con emoción a cada persona que se acerca a ellos, mientras otros dialogan entre sus pares e intercambian números.

Sin duda, los retratos clásicos en colores neón de la artista marroquí Rajae Qarrou son un imperdible, gracias a la familiaridad con la que estas obras se parecen a las que hemos visto en cada museo, pero con el respectivo toque único de la artista. Mientras que las fotografías de Ariosto Rivera te sumergen en los clásicos páramos mexicanos, que se ven reinterpretados por el mismo entorno, desde cables hasta ruinas.

De igual manera destaca la propuesta de Bioarte, la cual integra elementos de arte ecológico y de la tierra, arte biotecnológico y genético, que en este caso surge de la idea de los cultivos e invita a una reflexión sobre el cambio climático, lo vivo, y la intervención humana, a través de la obra de dos artistas. 

 

 

 

 

 

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Renata Gerlero cultiva cristales a partir de sustancias químicas, haciendo homenaje a la naturaleza y desarticulando el binomio naturaleza-arte/cultura; mientras que Annie Garza Lau, en conjunto con una bióloga molecular, desarrolló obras que abordan la identidad humana, el posthumanismo y la apropiación tecnológica a través de piezas digitales que brillan a la vista.

Con más de cien artistas en la tercera edición de BADA, sólo pudimos nombrar a algunos, pero la familiaridad que regala esta feria es muy difícil de encontrar en otros espacios. Y no olvides preguntarle a tu artista favorito cuáles son las obras con un valor máximo de $2,500 pesos, ya que cada uno tiene 10 obras con este tope de precio.

Un lugar perfecto para disfrutar este fin de semana, sobre todo que los niños menores de 12 años entran gratis. Recuerda que los boletos en línea están en $250 pesos y $300 en la taquilla; podrás disfrutar de BADA hasta el 12 de febrero de 11:00 a 20:00 h.

Nora Morales