Bad Bunny, el rostro de la música latina
El reggaetón y la fórmula del éxito popular
Paulina Martínez
Publicado el 08 de Diciembre de 2020
Cuando los colores estridentes de nuestras tradiciones latinas se mezclan con los ritmos primitivos de nuestra humanidad, con unas cuantas cucharadas de la escena hip hopera contemporánea de Estados Unidos y una pizca de autenticidad, la estética reguetonera se dibuja ante nuestros ojos y oídos deseosos por descubrir lo más nuevo.
Tendrías que vivir debajo de una piedra para que, a estas alturas, desconozcas el nombre de Bad Bunny. Porque aunque tus intereses y gustos musicales sean otros, sin duda no has dejado de ver al reguetonero puertorriqueño sea donde sea que voltees la mirada. Sobre todo ahora, que recientemente se postuló como el artista más escuchado en todo el mundo en 2020, al menos desde la aplicación de Spotify. Incluso se acaba de reconocer que su nuevo álbum, El último tour del mundo, fue el primero en idioma español en llegar a la posición número uno en Billboard 200 Chart.
Después de que por un buen tiempo la industria de la música se resistiera a los tentadores ritmos del reggaetón, por fin, le cedió importancia. Mientras la apuesta parecía arriesgada, la visión de aquellos genios detrás de la música comercial y los beats “pegajosos” que enloquecen a la masa por su facilidad de habitar en nuestros oídos más de un día entero –sin tanto esfuerzo– resultó ser el ingrediente mágico que tanto le faltaba a la música latina, para que se convirtiera en el nuevo referente mundial.
No es una sorpresa que la música latinoamericana y caribeña se distinga de entre toda en el mundo por su sazón e inigualable picante. Es decir, cada región en el globo terráqueo se arropa con distintos ritmos y sonidos, que vienen tanto de la naturaleza como también de los paisajes sonoros que habitan cada ciudad o provincia. Sin embargo, somos los latinos aquellos protagonistas de grandes y reconocidas danzas que, desde su verberación antropológica como también en su misma raíz rítmica, se dispersan con facilidad en los oídos ajenos a nuestras dimensiones sónicas.
Y aunque la música tradicional de Latinoamérica es de fácil distinción hacia el exterior, es verdad que también la podemos catalogar como música tradicional o de influencia regional, pero no contemporánea. Es decir, a pesar de los esfuerzos para que el pop en español sobresaliera y saliera de nuestras raíces hacia el mundo, su vuelo nunca hizo otra cosa más que aterrizar dentro de nuestras propias fronteras.
Ahora, cuando el reggaetón ha llegado a un nivel inimaginable, hemos reafirmado que los intentos estaban mal direccionados. Pues la apuesta siempre fue este género urbano, pero con ayuda de la música pop tradicional y las nuevas reivindicaciones sociales hacia la estética kitsch. Pues el reggaetón se ha convertido en el nuevo pop latino que se ha dado a conocer en todo el mundo, sobre todo en Occidente.
Más allá de la noticia de que Bad Bunny apareció en la lista de todos, o casi todos, en el recuento de nuestras canciones más escuchadas en todo el año, es un hecho reconocer que su papel, en este giro de la industria, es ahora el estandarte de las nuevas generaciones.
Si bien, no fue él quien posicionó al género fuera de nuestras fronteras con un mayor alcance, sí podríamos asumirlo como el nuevo rostro del pop latino y la escena reguetonera en el mundo. Porque una vez que la industria dio el saltó, fue Bad Bunny quien tomó sus manos y la convenció de dar todavía un salto más grande.
Es decir, hablar de Bad Bunny no sólo es hablar del compositor o el artista del año, sino más bien del cantante puertorriqueño con una visión innovadora, casi hasta futurista del panorama musical y hasta social. En pleno siglo XXI, en medio de las luchas activistas, el discurso de nuestra humanidad ha mutado en diversas direcciones. Y cuando antes esto jamás se pensaba que compartiría escenario con este género, fue el Conejo Malo quien lo hizo.
Si fue a manera de broma, de manera seria, si incluso fue marketing, o por pura casualidad entre las convicciones del cantante o su visión siempre enmarcada en las tendencias populares, es un hecho que el nombre de Benito pasará a la historia más allá de sus canciones de fiesta, mujeres y alcohol.
Incluso más allá de sus directos discursos sociales, y presencia en manifestaciones reales, Bad Bunny será él músico que, con 26 años, alcanzó a colocarse en el centro del mundo por diversas razones. Tampoco podemos pasar por alto que fueron sus tres álbumes recientemente lanzados en este mismo año, y uno de pandemia, los que nos acompañaron en uno de los años más difíciles que hemos vivido en nuestra historia contemporánea.
Ya sea que su plan de vida se direccione para la vida actoral, o simplemente se retire, para siempre o momentáneamente, para vivir su vida, es un hecho que su legado dejó las puertas abiertas para que las nuevas generaciones continuen reivindicando aquellos rincones que parecían estar en la niebla de las convicciones idealistas del mundo.
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