Kering no lo está pasando nada bien, en menos de una semana los niños dorados del conglomerado han puesto en jaque a Balenciaga y a Gucci. Aunque el escándalo de Demna Gvasalia es posible que lo olvidemos en algún momento, la partida de Alessandro Michele de Gucci deja muchas preguntas al aire.

Tras siete años frente a la firma, Michele escribía en su Instagram: “Hay momentos en que los caminos se separan por las diferentes perspectivas que cada parte tiene. Hoy termina para mí un viaje extraordinario, de más de veinte años, dentro de una empresa a la que he dedicado incansablemente todo mi amor y pasión creativa. Durante este largo periodo, Gucci ha sido mi hogar, mi familia adoptiva. A esta familia extensa, a todos los individuos que me han apoyado y cuidado les mando mi más sinceros agradecimientos".

Michele fue contratada por Tom Ford y trabajó con Frida Giannini, y fue descubierto del estudio de accesorios por el CEO de Gucci, Marco Bizzarri, una elección inesperada si alguna vez hubo una.

Podemos ver la visión de Michel en Gucci con el fashion film de 2018: Harry Styles comprando fish and chips con una gallina en brazos. 

Este enfoque peculiar pero comercial, logró que Michel tuviera un ejército de jóvenes admiradores en la marca de más de 100 años, generando un nivel de crecimiento que nunca antes se había visto en la moda.

Es difícil exagerar la influencia de Michele en Gucci, así como en la industria de la moda en general. Después de su nombramiento en 2015, marcó el comienzo de un maximalismo audaz en marcado contraste con el minimalismo predominante en la industria. 

Con estampados que contrastan y un logotipo de doble G reinventado, sus estilos de "granny chic" ayudaron a más que duplicar los ingresos de Gucci a 9.700 millones de euros (10.000 millones de dólares) en 2021 desde poco menos de 4.000 millones de euros en 2015.

Pero nada es para siempre, y más recientemente Gucci ha tenido problemas. La pandemia asestó un golpe del que la marca italiana nunca se recuperó realmente. 

Su ostentación contrastaba con el futuro sombrío, los jóvenes chinos eran algunos de los mayores admiradores de la marca y se cansaron de ello. Cuando el país reabrió en 2020, rechazaron la alta costura de Gucci y, en cambio, derrocharon en los clásicos, como LVMH Moet Hennessy, la marca homónima de Louis Vuitton SE y Dior, así como Hermes Internacional. 

En consecuencia, Gucci ha tenido un desempeño inferior al de sus rivales.

 

 

 

 

 

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Los motivos de la marcha de Michele no están claros, aunque según apuntan algunos medios, la decisión podría venir porque Michele se le había pedido internamente que iniciara un “profundo cambio estético” para transformar la firma e impulsar Gucci y este no habría alcanzado los estándares que se requerían en el encargo. 

Sin embargo, otras fuentes apuntan en otra dirección y ponen el foco en el CEO de Kering, François-Henri Pinault, que estaría buscando una nueva hoja de ruta para Gucci, proyectando el futuro de la firma por otros derroteros.

Lo que podría indicar que “el idilio entre diseñador y empresario podría haber terminado y su relación no es ya tan fuerte como lo había sido en otros tiempos”, según comentan los rumores.

Pero si algo no le teme Kering es a reinventarse, simplemente pensemos en el cambio en la dirección creativa de firmas como Bottega Veneta, que en noviembre de 2021 pasó a la dirección creativa a Matthieu Blazy tras la salida de Daniel Lee; Burberry que afrontó la salida de Riccardo Tisci hace apenas dos meses para dar paso al ya mencionado Lee; o en otros términos, el reciente anuncio del cierre de la firma homónima de Raf Simons.

Parece que los grandes nombres en la industria que cambiaban radicalmente las tendencias, poco a poco se han acabado. 

La lectura de la salida de Michele podría leerse como la muestra definitiva del fin de una era presidida por nombres propios y con mayúsculas que ahora dejan paso a nuevas figuras creativas y, con suerte, desconocidas. 

Un tiempo de renovación en una industria que obliga a reinventarse como pocas otras y que en 2022 se muestra ávida de sangre nueva.

La pregunta ahora es quién asumirá las riendas de Gucci tras el anuncio y, sobre todo, qué dirección tomará la marca en el futuro. Una pregunta difícil de responder, teniendo en cuenta el personalísimo proyecto que Michele ha engranado a lo largo de estos siete años y la fortísima identidad estética de la firma. Por el momento no hay nombres que suenen en el aire.

Aunque Michel se despide, su peso en la industria de la moda es radical y será recordado, ahora parece ser que el italiano regresará a sí mismo y a la tranquilidad que la pandemia le permitió.

Nora Morales